Uma live especial, sem muitas pretensões.
Em rio que tem piranha, jacaré, nada de costas!
Fabricantes de Miséria
(Texto postado em 18/09/2018 - site Nuevo Accion - por Fernando Londoño
Hoyos)
Los socialismos son enormes y eficaces fabricantes de miseria.
No tenemos ocasión de discutir las razones que producen ese efecto
inevitable en cualquier estado socialista, ni es la más propicia para
mostrar que el hecho ha ocurrido donde quiera que el socialismo sentó
sus reales. Mucho más modesta que esa tarea acometemos la de mencionar
las tragedias socialistas que histórica y geográficamente nos circundan.
Empezaremos por recordar que el socialismo supone que los medios de
producción pertenecen al Estado, por oposición a los sistemas que
mantienen la propiedad privada como el centro nervioso y la condición
esencial de la sociedad de que se trata. Para simplificar, y sin margen
de equivocación posible, distinguiremos el socialismo de las sociedades
capitalistas por la inexistencia de la propiedad privada, porque toda se
concentra en el Estado. Así de simple.
Después de muchos intentos, el socialismo pudo establecerse en este
continente, y por primera vez, en Cuba. La aventura de Fidel Castro
contó con el particular interés geoestratégico de Rusia de poner la cuña
socialista en las barbas del imperio capitalista de los Estados Unidos.
De esa tragedia van a cumplirse 60 años y sus resultados son bien
conocidos aunque la testarudez de los comunistas de oficio quieran
mantener viva la leyenda de una Patria Socialista feliz y pujante. Cuba
es un reducto miserable, que recibió la mayor cantidad de ayuda
económica que llegó alguna vez a cualquier país de Latinoamérica. Como
todos los socialismos que se respeten, expulsó de su territorio
centenares de miles de ciudadanos que hicieron de los Estados Unidos su
segunda casa. Y como cualquier país socialista, ha mantenido estrictas
cartillas de racionamiento para conseguir que su gente no muera de
hambre física. Valdrá la pena recordar que Cuba era, antes de Fidel, la
Nación más rica per cápita del continente.
Pero de lo que aquí se trata es del segundo intento socialista a grande
escala, que fue el de Venezuela. Pasaremos de largo por los ensayos de
El Salvador y Nicaragua, igualmente funestos que todos los demás.
Nuestro país vecino es el más rico de América y uno de los primeros del
mundo. Sus reservas petroleras superan, para algunos, las de Arabia
Saudita o le siguen muy de cerca. Tiene minerales de toda clase, tierra
fecunda, gigantescas reservas de agua, envidiable posición junto al mar.
En suma, lo tiene todo.
Pero le cayó encima la plaga socialista. Hugo Chávez dijo alguna vez que
quisiera parecerse a Fidel Castro y que Venezuela se pareciera a Cuba. Y
esto fue lo que logró. Con su famoso "Exprópiese" derrotó los
propietarios de empresas y de tierras y con sus famosas intervenciones
en contra de la economía capitalista, que imitó el pobre diablo que lo
sucedió en el poder, Nicolás Maduro, se completó la faena. Venezuela se
quedó sin empresas ni empresarios, que fueron reemplazados por la torpe
mano de un Estado ineficiente y ladrón. Nos dirán que hacemos
tautologías, porque ineptitud administrativa y robo continuado suele
andar de la mano por el mundo.
Con la gigantesca riqueza petrolera pasó lo de siempre. Que se quedó
enterrada. PDVSA, que fue una de las grandes petroleras del mundo y
acaso la compañía mejor manejada del Continente, pasó a manos de
embaucadores y tramposos y hoy, de tres y medio millones de barriles de
producción, Venezuela no llega a producir millón y medio. Con la
condición, por añadidura, de que entre el mercado interno y el petróleo
pignorado, especialmente a la China, no alcanza el sobrante para
alimentar una población derrotada y exangüe
Venezuela derrochó y regaló su riqueza. Chávez hacía de Papá Noel con
los gobiernos izquierdistas de Suramérica y el Caribe, para mantener sus
mayorías en la OEA y el ALBA y sobre todo para pagar a los cubanos el
espléndido servicio de enseñarle el camino del socialismo. Durante años
Venezuela le mandó a Cuba más de cien mil barriles de petróleo por día y
Cuba le retribuía con miles de espías y policías entrenados. Ese
obsequio iba acompañado con otras canonjías que mantuvieron viva a Cuba
y agonizante a Venezuela.
Hoy les ha llegado el turno a las dos. Sin el petróleo de Venezuela Cuba
no tiene más remedio que tratar lo que trata, regresar a la propiedad
privada y atraer inversión extranjera con garantías de respeto a esas
inversiones. Muy poco y muy tarde.
Pero Venezuela no tiene ni esa esperanza. Mientras la caterva de patanes
que la mandan no sea derrocada, seguirá expulsando su gente, viajera por
el mundo tras de un plato de comida. Así que seguiremos presenciando el
espectáculo y recibiendo, esperamos que con generosidad y caridad
cristiana, estos centenares de miles de hermanos que tan caro han pagado
la experiencia socialista. ¿Será mucho pedir que tomemos atenta nota?
(ap. Ely Silmar Vidal - Teólogo, Psicanalista, Jornalista e presidente
do CIEP - Clube de Imprensa Estado do Paraná)
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